Ahora que tengo mucho más tiempo en mis manos, o que al menos puedo disponer mejor de él, hay días en que me domina la inercia. En realidad son muchos los días en que es dificiísimo levantarme de la cama. Aunque no duermo es ahí donde veo televisión, y ahora, donde uso la computadora y me conecto a Internet.
Hay tantas cosas que podría hacer y que no hago. No tener dinero es mi excusa actual. Una amiga hace mucho tiempo me dio un plan de ejercicios que consistía en caminar todos días 10 minutos por una semana o cuatro días, algo sí, luego, caminar 20, luego 40 y así. Entonces, gracias a esta circunstancia actual que me ocupa, decidí darle una oportunidad al plan. El primer día que me había propuesto comenzar fue pospuesto un par de semanas por diversas razones. Unos días llovía, otros me paré tarde (la mayoría), otros no eran días lunes (comenzar un día distinto sería una locura, claro) otros días estaría ocupado con otras cosas, en fin, la inercia me aplasta.
Una tarde un tanto nublada me obligué a salir al Parque del Este. Tenía cero bolívares en el bolsillo pero contaba con mi fiel ticket multiabono del Metro, que, al final, terminó quedándome muy mal, pues me quedaba sólo 1 viaje y al pasar el torniquete dejé de verlo para siempre. Se me presentó el dilema entonces de seguir hasta el Parque del Este y continuar con mis planes originales, o salir en la próxima estación y devolverme derrotado a casa. Lo cual no era tan loco porque una caminata de regreso a casa desde la siguiente estación cumpliría con creces el reto inicial del primer día de ejercicios. No me pareció correcto adoptar esta última opción, así que seguí hasta el Parque del Este y luego de caminar un buen rato me devolví caminando hasta la casa.
Los días siguientes, a pesar de que había exagerado el inicio del programa de ejercicios continué caminando, pero decidí no irme tan lejos sino quedarme cerca de casa en un parque mucho más pequeño que está a una cuadra de distancia. No obstante, ya no recuerdo ni siquiera por qué, también eso lo abandoné. Definitivamente se me hace muy difícil introducir un nuevo hábito en mi vida, sobre todo si es "sano". Ojo, en otras ocasiones lo he logrado pero no es fácil. Se me hace bien cuesta arriba.
Una vez escuché que saber cuál es el problema es la mitad de la solución y estoy de acuerdo. Eso tampoco quiere decir que por saber donde está la diana puede uno acertar en el blanco, ya eso requiere de más práctica y empeño.
Sigo intentando.
Hay tantas cosas que podría hacer y que no hago. No tener dinero es mi excusa actual. Una amiga hace mucho tiempo me dio un plan de ejercicios que consistía en caminar todos días 10 minutos por una semana o cuatro días, algo sí, luego, caminar 20, luego 40 y así. Entonces, gracias a esta circunstancia actual que me ocupa, decidí darle una oportunidad al plan. El primer día que me había propuesto comenzar fue pospuesto un par de semanas por diversas razones. Unos días llovía, otros me paré tarde (la mayoría), otros no eran días lunes (comenzar un día distinto sería una locura, claro) otros días estaría ocupado con otras cosas, en fin, la inercia me aplasta.
Una tarde un tanto nublada me obligué a salir al Parque del Este. Tenía cero bolívares en el bolsillo pero contaba con mi fiel ticket multiabono del Metro, que, al final, terminó quedándome muy mal, pues me quedaba sólo 1 viaje y al pasar el torniquete dejé de verlo para siempre. Se me presentó el dilema entonces de seguir hasta el Parque del Este y continuar con mis planes originales, o salir en la próxima estación y devolverme derrotado a casa. Lo cual no era tan loco porque una caminata de regreso a casa desde la siguiente estación cumpliría con creces el reto inicial del primer día de ejercicios. No me pareció correcto adoptar esta última opción, así que seguí hasta el Parque del Este y luego de caminar un buen rato me devolví caminando hasta la casa.
Los días siguientes, a pesar de que había exagerado el inicio del programa de ejercicios continué caminando, pero decidí no irme tan lejos sino quedarme cerca de casa en un parque mucho más pequeño que está a una cuadra de distancia. No obstante, ya no recuerdo ni siquiera por qué, también eso lo abandoné. Definitivamente se me hace muy difícil introducir un nuevo hábito en mi vida, sobre todo si es "sano". Ojo, en otras ocasiones lo he logrado pero no es fácil. Se me hace bien cuesta arriba.
Una vez escuché que saber cuál es el problema es la mitad de la solución y estoy de acuerdo. Eso tampoco quiere decir que por saber donde está la diana puede uno acertar en el blanco, ya eso requiere de más práctica y empeño.
Sigo intentando.
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