Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
[Mario Benedetti - Ausencia de Dios (fragmento)]
Recuerdo que en el colegio nos hacían ir regularmente a misa. Era un colegio católico. En realidad nunca entendí bien quienes de los que formaban parte del cuerpo directivo eran de verdad sacerdotes y quienes no. A todos los llamaban padre fulano o padre mengano pero luego de grande me enteré de que algunos eran laicos comprometidos y no estaban ordenados propiamente. Aún hoy en día no sabría (ni me interesa saber) decir quién era qué. Había uno de ellos en particular que era muy ferviente en su fe. Creo que él sí era sacerdote como tal porque solía darnos la misa. Sus sermones eran bien conocidos por extenderse por una hora o más dependiendo de cuan inspirado estuviese. No sé si era porque éramos niños y alumnos, o si lo hacía por convicción, o si seguía el más clásico principio cristiano de infligir culpa sobre nosotros pero este cura siempre nos hablaba en misa regañándonos. Señalando como una y otra vez fallábamos en ser buenos católicos, siempre poniendo la barra demasiado alta, insinuando que aunque lo tratáramos nunca lo lograríamos pero que lo menos que podíamos hacer era intentarlo y luego, al momento de nuestro juicio, apelar a la misericordia divina.
Debo reconocer que no era del todo antipático este sacerdote. Cuando hablaba te dejaba esa sensación de que sus palabras eran sinceras, que realmente creía en lo que estaba diciendo, quizás demasiado. Muchas veces nos contó historias imposibles de cómo la Virgen lo había salvado, a él o a alguien más, de morir en accidentes automovilísticos o de enfermedades incurables. Por alguna razón nunca quise creer que mentía. Tal vez todas las cosas que contaba en realidad sucedieron (de alguna manera) y él las adornaba adrede o quién sabe si hasta sin quererlo. Su entusiasmo era contagioso y sé que todos los que pudimos conocerle y a quienes nos predicó, en mayor o menor grado nos afectó.
El tiempo transcurre y al crecer nos damos cuenta que la ciudad reduce la religión a un ideal impráctico. Aún más allá de entender que la historia contenida en la biblia es sólo metafórica se nota la mano de quien quiere imponer un dogma con el fin de tener poder sobre nosotros. Controlarnos, con buenas o malas intenciones. No importa. La verdad, permanece oculta. Si existe “Dios” o no, en la religión, sea cuál sea, no pareciera estar la respuesta, y fuera de allí cada día parece más difícil de que su existencia sea posible, viable, o necesaria.
No deja de sentirse una gran pérdida. Descubrir algo importante, aprender algo nuevo siempre es gratificante, pero entender que Él es un invento nocivo, Él, que se suponía ser todo lo contrario y que con tanta eficacia te condicionaron a creerlo, te deja sintiéndote estafado, como si alguien ha estado haciéndote pasar por tonto desde que tienes uso de razón (y que lo seguirá intentando si le das el chance). Lo peor es que no puedes señalar a alguien en particular como responsable es igual a la historia de los monos y la banana electrificada, que aún cuando la banana ya no accionara un mecanismo que los electrificara a todos, los otros monos someterían a golpes al mono que intentara alcanzarla, y su descendencia continuará haciendo lo mismo por siempre.
Sin embargo llega la noche y cuando es hora de dormir piensas en los que están cerca de tus afectos, en todas las noches en alguien llamó para dar noticias de muerte o de enfermedad. Como si por estar despierto ellos pudieras tener la certeza de que nada malo va a suceder. Creo que lo que en realidad lo que deseas es que la noche no te traicione también y te sorprenda cuando estás más indefenso. Entonces, el viejo condicionamiento se activa y rezas por tu familia, por tus amigos, por ella y por ellas. Te engañas a ti mismo y oras para que ese poder sobrenatural los proteja y en consecuencia te proteja a ti también. Por todo lo que no puedes cambiar, por todo lo que está fuera de tu alcance y que al final es todo. Así en la mañana lo vuelvas a negar y recuerdas que el cura decía que el pecado de Pedro era peor que el Judas, pero ya no te importa. Sólo te importa a veces cuando cae la oscuridad, y está bien. Para eso son los cuentos de hadas.
Debo reconocer que no era del todo antipático este sacerdote. Cuando hablaba te dejaba esa sensación de que sus palabras eran sinceras, que realmente creía en lo que estaba diciendo, quizás demasiado. Muchas veces nos contó historias imposibles de cómo la Virgen lo había salvado, a él o a alguien más, de morir en accidentes automovilísticos o de enfermedades incurables. Por alguna razón nunca quise creer que mentía. Tal vez todas las cosas que contaba en realidad sucedieron (de alguna manera) y él las adornaba adrede o quién sabe si hasta sin quererlo. Su entusiasmo era contagioso y sé que todos los que pudimos conocerle y a quienes nos predicó, en mayor o menor grado nos afectó.
El tiempo transcurre y al crecer nos damos cuenta que la ciudad reduce la religión a un ideal impráctico. Aún más allá de entender que la historia contenida en la biblia es sólo metafórica se nota la mano de quien quiere imponer un dogma con el fin de tener poder sobre nosotros. Controlarnos, con buenas o malas intenciones. No importa. La verdad, permanece oculta. Si existe “Dios” o no, en la religión, sea cuál sea, no pareciera estar la respuesta, y fuera de allí cada día parece más difícil de que su existencia sea posible, viable, o necesaria.
No deja de sentirse una gran pérdida. Descubrir algo importante, aprender algo nuevo siempre es gratificante, pero entender que Él es un invento nocivo, Él, que se suponía ser todo lo contrario y que con tanta eficacia te condicionaron a creerlo, te deja sintiéndote estafado, como si alguien ha estado haciéndote pasar por tonto desde que tienes uso de razón (y que lo seguirá intentando si le das el chance). Lo peor es que no puedes señalar a alguien en particular como responsable es igual a la historia de los monos y la banana electrificada, que aún cuando la banana ya no accionara un mecanismo que los electrificara a todos, los otros monos someterían a golpes al mono que intentara alcanzarla, y su descendencia continuará haciendo lo mismo por siempre.
Sin embargo llega la noche y cuando es hora de dormir piensas en los que están cerca de tus afectos, en todas las noches en alguien llamó para dar noticias de muerte o de enfermedad. Como si por estar despierto ellos pudieras tener la certeza de que nada malo va a suceder. Creo que lo que en realidad lo que deseas es que la noche no te traicione también y te sorprenda cuando estás más indefenso. Entonces, el viejo condicionamiento se activa y rezas por tu familia, por tus amigos, por ella y por ellas. Te engañas a ti mismo y oras para que ese poder sobrenatural los proteja y en consecuencia te proteja a ti también. Por todo lo que no puedes cambiar, por todo lo que está fuera de tu alcance y que al final es todo. Así en la mañana lo vuelvas a negar y recuerdas que el cura decía que el pecado de Pedro era peor que el Judas, pero ya no te importa. Sólo te importa a veces cuando cae la oscuridad, y está bien. Para eso son los cuentos de hadas.
1 comment:
reza ezra :D eso vino del chalk day en mi casa!!!! :p jajajaja
me chocan los curas que regañan en misa y en general, me choca la misa. menos mal que nunca fui a un colegio católico. amo a mis padres por eso.
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