Tuesday, January 6, 2009
Llegó el ciclón de la temporada
El control es una ilusión, no cabe duda. En cualquier cosa que hagamos existen más variables de las que podemos supervisar, más de las que podemos ver. En nuestras vidas hay muchos factores que pueden alternarnos el estado de ánimo y por muy Zen que tratemos de ser siempre habrá algo que nos cambiará el humor. La felicidad es un subproducto, dicen algunos y me parece sensato, supongo que es cierto. No se puede realmente perseguir la felicidad, no existe por sí misma. Puedes dedicarte a algo que te guste, puedes estar con la chica que más te guste, puedes tener buenos amigos, comer bien, tener las cosas que más desees y no sentirte feliz. Tampoco quiere decir eso que el dinero no haga la felicidad, por ejemplo, quizás sólo signifique que no estás haciendo lo que realmente te satisface aunque seas exitoso financieramente hablando. El amor tampoco hace la felicidad. Se puede tener mucho afecto en la vida pero también es necesario alimentar el ego. El ego es una suerte de oficina impositiva. Puedes sentirte amado pero si no eres deseado sexualmente te amargas. Uno puede visitar los colegios al mediodía y ver a mamás buscando a sus hijos para darse cuenta. Los hijos aman a sus madres infinitamente y si algún día les faltasen podrían hasta desarrollar alguna patología psicológica pero aunque las madres se sientan correspondidas en el amor de su prole, si no disfrutan del amor romántico de una pareja se vuelven agrias y donde quiera sueltan veneno. Claro, también he conocido otras que la falta de esa correspondencia no las define.
Creo que hay muchas cosas que nos pueden hacer infelices. Todo lo que deseamos y no podemos obtener guarda dentro de sí el potencial de amargarnos. He escuchado a algunos decir que la mejor forma de evitar esta frustración es no desear nada. Entiendo adonde quieren llegar pero me parece un poco extremo e imposible de lograr. Además es una de esas directrices típicas de las religiones que te subestiman, no hagas esto, no comas aquello, pero no te dicen por qué. “Confía en tu señor, él sabe lo que hace”. Claro.
Yo creo que sí es necesario evitar encapricharse y hasta más, creo que es necesario aceptar que hay cosas que, aunque parezcan factibles o justas, no se pueden tener. Esto huele mucho a resignación y suena triste pero mucho más triste es enfrascarse en una batalla que no se puede ganar. Es mucho más frustrante. Lo sé porque ambos caminos los he recorrido y ambos caminos sigo recorriendo. Este año lo comencé así.
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